(...) Jamás ha dominado en mi alma la esperanza de la gloria ni he
soñado nunca con laureles que oprimiesen mi frente. Solo cantos de
independencia y libertad han balbucido mis labios aunque alededor
hubiese sentido, desde la cuna ya, el ruido de las cadenas que debían
aprisionarme para siempre, porque el patrimonio de la mujer son los
grillos de la esclavitud.
Yo, sin embargo, soy libre, libre como los pájaros, como las brisas;
como los árboles en el desierto y el pirata en el mar.
Libre es mi corazón, libre mi alma, y libre mi pensamiento, que se
alza hasta el cielo y desciende hasta la tierra, soberbio como Luzbel y
dulce como un esperanza.
Cuando los señores de la tierra me amenazan con una mirada, o
quieren marcar mi frente con una mancha de oprobio, yo me río
como ellos se ríen y hago, en apariencia, mi iniquidad más
grande
que su inquidad. En el fondo, no obstante, mi corazón es bueno; pero
no acato los mandatos de mis iguales y creo que su hechura es igual
a mi hechura, y que su carne es igual a mi carne.
(…)
ROSALÍA DE CASTRO: Lieders
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